Aunque en la sociedad actual el divorcio o la separación son cada día más frecuentes, la mayoría de las personas lo viven como un proceso traumático, y en muchos casos supone una crisis personal y familiar.
Es aconsejable que las personas que se encuentran en proceso de divorcio realicen una terapia que les ayude a desvincularse de la relación de pareja. A través del proceso terapéutico, las personas aprenden a ajustarse a las tensiones de la separación y a dominar emociones como la hostilidad, resentimiento, ansiedad, culpabilidad, angustia, depresión, etc.
En relación a los hijos, es importante tratar de minimizar las repercusiones que la separación tiene sobre ellos. En esta situación, los padres a menudo se hayan inmersos en su propios problemas, y esto hace que los hijos carezcan del apoyo necesario para superar la crisis. Es importante ayudar a los hijos a superarla de forma positiva y a que la separación sólo rompa la pareja, y no la familia.
“Casarse es relativamente fácil;
lo realmente difícil es separarse”